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Gonzalo

Gonzalo

“Jugué tres finales con Larrañaga y perdí las tres, pero me pude sacar la espina cuando logré ascender a primera con Welcome, y luego con Unión Atlética. Ahora deje el basquetbol profesional y tengo un cliente y trabajo desde mi casa con otra contadora.”

Cuando era niño quería jugar al basquetbol pero tenía claro que como deportista iba a tener un final temprano, y si no estudiaba me iba a quedar parado. Salvo que seas muy bueno y te vayas a jugar a Europa o a la NBA, no queda otra que buscar otra salida laboral. En mi familia no hay ningún contador, pero yo desde el liceo mostré facilidad con los números y me resultó fácil elegir la carrera. Por suerte los horarios de la facultad de Ciencias Económicas me permitieron estudiar y entrenar.
Cuando tenía diez años me entregaron un volante para una escuela de verano en el club Larrañaga y fui a probar. Enseguida me gustó mucho y dejé el baby fútbol por el basquetbol. Tengo patente el día del debut porque la primera pelota que toqué la perdí. Era en cancha de Capurro y yo tenía 17 años. No me acuerdo cómo salimos, ni cuándo anoté mi primer doble.
Un par de años después fui a préstamo a Unión Atlética donde jugué la primera Liga Uruguaya de Basquetbol, volví a Larrañaga para disputar el Metro, pasé por Atenas, retorné al club donde debuté y del cual soy hincha y recién ahí me vendieron a Unión Atlética. Tuve algún pasaje corto por Hebraica y Macabi, Aguada y jugué un Metro en Welcome. Todos esos clubes tienen mucha hinchada y eso me gustó: es mucho más lindo e intenso cuando hay más gente alentando al equipo.
Hice varios procesos en la Selección Uruguaya de Basquetbol y fue espectacular. Era chico y me tocó conocer distintos países, jugadores de otros lados y convivir con compañeros en hoteles. Viajé a Venezuela para jugar con la Sub 18 y la Sub 17 se disputó en Uruguay. Soy de la misma generación que Jayson Granger y me tocó compartir plantel con él en esas dos Selecciones. Antes era un buen jugador pero no decías que iba a ser un monstruo. En Venezuela mostró que andaba muy bien y cuando jugamos ese Sub 17 en Uruguay resultó ser el mejor jugador del campeonato. Ahí explotó y lo vinieron a buscar de España.
Yo siempre jugué de base. Soy de los más bajitos de la cancha. No soy un jugador de mucho goleo, me caracterizo más por organizar. Me gusta más jugar para el equipo que hacer mis puntos. Jugué tres finales con Larrañaga y perdí las tres, pero me pude sacar la espina cuando logré ascender a primera con Welcome, y luego con Unión Atlética. Fue especial. A nivel de liga lo máximo que jugué fueron los playoffs con Hebraica. Si bien quedamos afuera en la última pelota, fue lindo porque tuve más minutos en cancha de lo que esperaba.
El 2 de junio de 2015 jugué la cuarta fecha del Metro con Unión Atlética y me lesioné. Fue en un partido contra Sayago. Salté, caí mal y me rompí ligamentos cruzados, laterales, meniscos, toda la rodilla. Por lo menos ese año Unión terminó subiendo a primera y eso estuvo bueno. Fue una lesión jodida. Tuve que hacer fisioterapia y musculación todos los días para poner recuperarme y quedar bien. Por suerte ahora estoy impecable.
Después de ese torneo me fui seis meses de viaje de Economía. Unas de las chances al volver era seguir con mi carrera y así lo hice. Tengo clientes y trabajo desde mi casa con otra contadora. La idea es aumentar la cartera de clientes. En parte extraño el basquetbol profesional pero era algo que tenía asumido. Juego entre amigos en un cuadro de la Liga de Basket Montevideo y la voy llevando. Esa liga amateur la organizamos con un amigo cuando me rompí la rodilla. Está bueno y me mantiene cerca del deporte.
Mientras estaba de viaje un par de conocidos me dijeron que precisaban algún refuerzo y me sumé a los Cagancha Dogs. Estoy contento porque se armó un lindo grupo. Jugamos una vez por semana y entrenamos otra. Me sirve para mantenerme activo. Estoy acostumbrado a hacer deporte todos los días desde que tengo 10 años y el cuerpo lo pide.

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